lunes, 11 de febrero de 2013

LAS MATEMÁTICAS MÁGICAS


Mi experiencia profesional en la enseñanza de las matemáticas es agridulce: cálculo vivo, juegos, cálculo mental, utilización de materiales de la vida cotidiana, etc. he usado toda mi imaginación para que mis alumnos y alumnas obtuvieran los mejores resultados. Pero he dedicado horas, días, meses y años a repeticiones y ejercitación mecánica para conseguir que mi alumnado  dominara los algoritmos tradicionales de la suma, resta, multiplicación y división. Al finalizar sexto curso siempre me he despedido de ellos con la inseguridad y la sospecha de que un grupo  no los sabrían integrar en su vida cotidiana y no los utilizarían adecuadamente para progresar en su posteriores aprendizajes matemáticos. ¿Nunca me había encontrado con el método adecuado de didáctica de las matemáticas que me lo permitiera?
Cuando asisto a los cursos que nos imparten José Antonio Fernández Bravo, Toni Martín o Mario Iglesias, asisto a un espectáculo de magia realista y positiva y me lamento pensando ¿Por qué no me he encontrado yo con esto hace veinte años? ¿Por qué esta metodología no está generalizada en todas las facultades que preparan a los futuros maestros y profesores?
El fin de semana pasado, más de cien maestros y maestras asistieron una vez más, (en el CEP Marbella-Coín llevamos ocho años organizándolos) a unas jornadas de formación para mejorar sus estrategias de enseñar el cálculo y el razonamiento lógico matemático.
Toni y Mario que vino esta vez, no hablan, muestran a sus alumnos y alumnas a los que han grabado en vídeo en diferentes momentos del curso: inicio, enero, abril, junio… durante dos generaciones completas de primero hasta sexto.
Podemos ver en directo sus caras, sus conflictos cognitivos (así los llaman ellos mismos), sus progresos y uno se queda maravillado. Los avances son rápidos y consolidados de forma sistemática y competencial; lo que yo sólo había visto en el alumnado mejor dotado para las matemáticas, aquí lo realizan la mayoría de ellos y ellas.
Los maestros no explican, ponen retos y utilizan un material de unas cualidades excepcionales, cuando se conoce: Las Regletas Cusinaire. Los niños manipulan, ven de forma directa y natural los resultados de los cálculos e interiorizan. Sólo cuando lo han visto y comprendido en su cabeza pasan a la fase gráfica reforzando la comprensión y después entran en la fase simbólica en la que asimilan los conceptos matemáticos con toda propiedad y rigor.
Nadie les dice que sus deducciones están “bien” o “mal”, ellos se afirman en sus resultados, se corrigen con ejemplos y contraejemplos o por la intervención de otros compañeros o compañeras que educadamente les dicen: “ fulanito no estoy de acuerdo contigo…”
Los niños y niñas verbalizan constantemente sus pensamientos y así el proceso de desarrollo del razonamiento lógico matemático se convierte en un proceso  integrado e integral en el que se ponen en marcha habilidades sociales, interacción social rica, desarrollo del lenguaje, competencia de aprender a aprender…y mucho más. Regletas, calculadora, tangram, geoplano, catálogos de supermercados, envases de diferentes productos y la realidad son sus libros de texto.
Después de ver a alumnado de primero y segundo operando con decimales, fracciones o haciendo cálculos con productos reales sacados de los catálogos de los supermercados no podemos menos que seguir luchando para que su conocimiento y generalización se extienda entre la comunidad educativa. Máxime cuando todos los compañeros y compañeras que la adoptan nos dicen que son más felices aplicándola, viendo a los niños y niñas apasionados por una materia que hasta entonces era minoritariamente aceptada.
Proponemos que se forme una comisión de investigación que estudie esta forma de abordar las matemáticas en la escuela y que desde la Consejería de Educación, si se considera positiva, se lidere un proceso de generalización en todos los centros andaluces.
No tengo que escribir nada más  pongan ustedes CEIP AGUAMANSA en Google (Toni ha colgado cientos de grabaciones) y sorpréndanse de las Matemáticas Mágicas.

http://www.youtube.com/watch?v=M-SDtk6EEmo

jueves, 3 de enero de 2013

SEIS ENTRADAS APORTANDO IDEAS PARA EL DEBATE DEL NUEVO DECRETO SOBRE FORACIÓN PERMANENTE DEL PROFESORADO EN ANDALUCÍA

No quiero despedirme del CEP  en el que he pasado los últimos nueve años de mi vida profesional (este será mi último curso) sin ofrecer algunas de las reflexiones que me han aportado las intensas experiencias vividas junto al equipo asesor del CEP Marbella-Coín.
En estos momentos, en los que la Junta de Andalucía ha abierto un debate sobre el nuevo decreto que regulará la formación permanente del profesorado,  yo he respondido a la demanda que se nos ha hecho al personal de los CEP enviando mis observaciones y propuestas y ahora ofrezco aquí otra versión para que puedan ser conocidas y debatidas por otros compañeros y compañeras  y así enriquecer las sugerencias que se puedan hacer a la nueva norma.
Si a partir de estas reflexiones surgen nuevas propuestas o críticas que sean enriquecedoras intentaré hacerlas llegar a las personas responsables de su valoración e inclusión.
Las siguientes seis entradas tratan sobre diferentes aspectos de la formación permanente del profesorado.

LA FORMACIÓN PERMANENTE COMO RUTINA EN EL TRABAJO DEL PROFESORADO



Intento con estás entradas hacer aportaciones, desde mi experiencia personal, al borrador de Decreto que la Junta de Andalucía quiere sacar sobre la formación inicial y permanente del profesorado.
Me sorprendo intentando justificar la necesidad de formación de los docentes, ¡todavía hay que hacerlo!. Curiosa la idea que hemos consolidado en este cuerpo de que la formación debe ser algo voluntario e incluso la de considerarla innecesaria. Sólo con extrapolarlo a otros entornos profesionales se nos rompe ese cliché urdido por la rutina de las prácticas a lo largo de los años. ¿Qué opinaríamos desde nuestra profesión sobre médicos, arquitectos, ingenieros, abogado, mecánicos, fontaneros, cocineros... que no se actualizaran en su profesión? La necesidad de actualización permanente, en estos momentos históricos es inevitable e inexcusable.
No puede ser la enseñanza, la única profesión que se permita considerar normal estar anclados en metodologías y prácticas profesionales de siglos pasados sin cuestionarse nada por ello. Más asombroso es lo que está ocurriendo este curso, tenemos claustros enteros que votan no realizar actividades formativas como forma de protesta contra los recortes en educación. ¿Qué se está entendiendo por formación permanente?
Tenemos que cambiar nuestras ideas sobre la función social que tenemos, el trabajo que realizamos y las exigencias que nos imponen nuestras responsabilidades.
Considero que habría que tener algunas ideas básicas sobre el tema:
  • La formación es un elemento inherente a nuestro trabajo que exige una actitud permanente de investigación y contraste con otras prácticas. Si no obtenemos un 100% de los objetivos programados con todos nuestros alumnos y alumnas tenemos la obligación de indagar cómo conseguirlo.
  • La formación individualizada no es suficiente en estos momentos. Nuestro trabajo se realiza en un contexto concreto, con unos problemas específicos diferentes a las de cualquier otro. Una persona individualmente puede contribuir, pero no puede determinar la mejora de un centro. Tiene que darse un proceso de reflexión, investigación y actuación conjunta entre todo el equipo del profesorado que se enfrenta a la realidad concreta de su entorno .
La formación es por tanto un grado de conciencia del profesorado que se basa en la reflexión sobre la mejora de los resultados obtenidos por el alumnado, individual y colectivamente, que tiene que acercarse a metodologías científicas en sus procedimientos para diagnosticar, programar y actuar y que debe proceder de forma integrada y cooperativa entre los agentes que la desarrollan que son principalmente los docentes, pero no los únicos.
Hay que potenciar el grado de conciencia sobre nuestra función social y profesional y este tema debe ser una cuestión básica en toda norma que trate sobre la formación permanente del profesorado.

LAS PRIORIDADES FORMATIVAS DEL SISTEMA


Si ha existido un término que me ha provocado contradicciones en mi visión global del proceso de enseñanza aprendizaje, ha sido el de “proceso integral” o “integrado”.
Desde un principio me di cuenta de la esquizofrenia que suponía atender los requerimientos de la realidad acuciante de forma inmediata, dando soluciones más políticas que educativas a los problemas sociales que afectaban a la escuela.
Se han promovido innumerables temas, todos ellos muy importantes y justificados al ciento por ciento: convivencia, escuela espacio de paz, igualdad, interculturalidad, salud (con numerosas variantes), consumo, ecología, educación vial, emprendimiento, TIC, bibliotecas, plurilingüísmo, , autoprotección, prevención de riesgos laborales...
La mayoría de ellos apoyados por planes y programas específicos que han necesitado elaborar proyectos, formación específica, responsables, etc.
En  muchos centros esto se ha traducido en diez o más responsables descoordinados programando actividades específicas (normalmente fuera del proyecto curricular y referidos a efemérides, semanas culturales o trabajos puntuales) que no responden al famoso paradigma de la integración del proceso educativo que todos pensamos es el más válido para conseguir un óptimo resultado en la formación del alumnado.
Y todavía en mayor contradicción con la realidad de las evaluaciones por la que se vienen midiendo los logros de los centros que se están basando exclusivamente en : matemáticas, lengua castellana, ciencias, lengua extranjera y poco más.
Desintegración y desvalorización son los ingredientes propicios para que vengan otros aires y supriman de un plumazo todo un cuerpo teórico y una ingente cantidad de experiencias exitosas que pueden, si se utilizan acertadamente, cambiar la convivencia ciudadana de un país. Y que superan en mucho las simplezas teóricas y experienciales de: capacidad, mérito, esfuerzo, autoridad y excelencia que son los nuevos referentes educativos de la legislación que nos llega.
Hay dos necesidades urgentes para fortalecer y dar sentido al modelo de escuela pública que hemos venido desarrollando durante los últimos veinte años.
Investigar y mejorar sobre las metodologías específicas que obtienen éxito en las áreas que se van a evaluar.
Estudiar e investigar estrategias y modalidades que integren todos los demás temas importantes en el desarrollo cotidiano, curricular y experiencial de todo el alumnado a traves de las áreas y de las vivencias de participación y cooperación en la vida del centro.
Tenemos muy buenos ingredientes, pero hay que amasarlos  de forma adecuada y ponerle el calor necesario para conseguir el bizcocho.

Pienso que hay tres elementos que aportan un valor añadido en este camino y deben considerarse esenciales o prerrequisitos:
  • Las didácticas específicas que están dando resultados positivos en las diferentes áreas curriculares deben difundirse y generalizarse en las prácticas aunque ello suponga cambios para una gran parte del profesorado.
  • El uso creativo y crítico de las TIC es una necesidad inexcusable impuesta por el tiempo que vivimos.
  • El trabajo cooperativo sistematizado como forma de abordar los procesos de enseñanza aprendizaje, de vivenciar los valores y atender a la diversidad.
  • La participación del profesorado, alumnado y las familias de forma democrática, activa y positiva en todo el proceso.

Diseñar un modelo de centro de éxito, aunque sea teóricamente, para que equipos directivos y claustros lo tenga como meta es importante. Servirá de referente ante diferentes opciones y puedan elegir dónde está la verdadera calidad y excelencia del sistema y cómo se obtienen los mejores resultados.

LAS MODALIDADES FORMATIVAS

Un aspecto relevante en el sistema de formación permanente del profesorado andaluz es el referido a la regulación y certificación de las actividades formativas que se desarrollan.
En estos momentos estamos encorsetados en un sistema excesivamente rígido para las necesidades reales del profesorado y excesivamente ligado a temas meritocráticos que han llegado a desenfocar el objetivo de la formación. No es una formación para y por la mejora sino para y por los méritos que me permitirán mejorar mi destino o cobrar el sexenio, etc.
Cuando en una actividad formativa nos encontramos con un grupo de profesores/as motivado e interesado en cambiar sus prácticas profesionales y otro que sólo busca conseguir una certificación para adquirir un mérito, la mayoría de las veces se produce una situación frustrante, principalmente para la parte motivada y de protestas e intentos de boicotear las acciones más implicativas y de aplicación en el aula por parte del grupo menos motivado. Resultado bastante desalentador desde el punto de vista de la asesoría que ha invertido tiempo y dedicación para conseguir organizar una actividad con repercusión directa en las prácticas docentes.
Cambiar el concepto que sobre la formación permanente tiene en estos momentos el profesorado es una prioridad como hemos señalado en las entradas anteriores.
Por otra parte hemos afirmado que el sistema es excesivamente rígido. Creo que en estos momentos hay que programar desde la complejidad, dejando un campo de posibilidades abierto a la autonomía y responsabilidad de los CEP para que diseñen nuevas modalidades formativas adaptadas a los contextos y las necesidades reales de los centros y del profesorado. Se trataría de determinar que condiciones debe tener un proceso formativo para poder ser valorado y certificado como tal y abrir posibilidades creativas a los centros y a los CEP . Podrían incluirse como actividades la participación activa en intercambio de experiencias en redes sociales supraautonómicas, a la participación de proyectos interprofesionales, a tutorización entre iguales, formaciones durante el tiempo de trabajo, formaciones conjuntas a toda la comunidad educativa del centro... que pueden ser propuestos por los centros, por grupos de profesorado emprendedor o por los CEP.
Habría que crear algunas categorías poco especificadas de modalidades formativas bajo las que pudieran certificar estas modalidades de formación e innovación educativa.
Habría que ir avanzando en la elaboración de portafolios de centros y de profesores y profesoras en los que se expusieran sus logros y experiencias profesionales más relevantes de forma verificada o certificada por profesionales como pueden ser los asesores/as de formación o inspectores/as. Habría pues dos modelos de certificación uno por asistencia, como hasta ahora, y un segundo por logros que debería ser más valorado que el anterior.
Con esta reflexió no se trata de eliminar las modalidades formativas tradicionales: congresos, jornadas, encuentros, cursos presenciales, semipresenciales o virtuales, grupos de trabajo o formaciones en centro que habría que adaptar, como ya estamos intentando en muchos CEP a las nuevas necesidades del profesorado.
Dentro de estas modalidades ya reguladas tenemos que seguir apostando de forma decidida por la Formación de Centro como el instrumento más eficaz para mejorar las prácticas y los resultados obtenidos por el equipo profesional de un centro.
Porque trabaja sobre problemas concretos y reales de cada colegio o instituto en particular desde una perspectiva de formación en la acción.
Los aborda desde la doble perspectiva individual y colectiva con compromisos de aplicación por una parte significativa de los claustros.
Se debe empezar reflexionando conjuntamente sobre los resultados obtenidos y las propuestas de mejora planteadas, conociendo los puntos fuertes y las debilidades que se tienen. Ello garantiza que el proceso formativo se realice de forma integrada con el desempeño profesional cotidiano del profesorado y no como una actividad sobrevenida y extraña.
Las modalidades formativas, las certificaciones y reconocimientos tienen que ponerse al servicio de los objetivos prioritarios del sistema educativo que pasan porque todo el alumnado consiga los mejores resultados posibles dentro de sus capacidades individuales.

SI A LA RED DE FORMACIÓN


Conociendo las disposiciones que se están tomando en otras comunidades autónomas sobre la formación permanente del profesorado yo apuesto por la continuidad de la Red de Formación del Profesorado Andaluza constituida por los CEP.
El haber estado los últimos nueve años de mi vida profesional en la dirección de un CEP ya es un pronunciamiento, pues no estoy en instituciones en las que no creo. Han sido años de mucho esfuerzo y dedicación para estar mínimamente a la altura de las exigencias de la tarea que tenemos encomendadas, pero ha merecido la pena por lo que me ha aportado personal y profesionalmente.
A estas alturas tengo algunas cosas claras sobre las fortalezas y las debilidades que tiene actualmente la Red Andaluza de Formación:
a.- La formación permanente del profesorado se ajusta a las mismas necesidades y requerimientos que la formación del alumnado. Formación en competencias y en valores partiendo de las zonas de desarrollo próximo de los/as participantes.
b.- No se puede acometer con cursos y actividades exclusivamente transmisivos y academicistas,ni con ponencias y talleres basados en buenas prácticas. Sabemos que hay que partir de una reflexión sobre las prácticas individuales y colectivas del profesorado de un centro y contrastándolas con otras o con teorías más avanzadas elaborar nuevas propuestas asumidas individualmente y colectivamente por todo el profesorado implicado.
c.- La participación de personal cualificado externo a los centros, que dinamice los procesos de investigación, adquisición de competencias, aplicación y evaluación de nuevas propuestas parece necesaria en los contextos en los que hoy nos movemos. La creación de órganos como los departamentos de formación y la obligación de elaborar planes de formación en los centros han sido pasos muy importantes para darle sentido y autonomía al proceso formativo de los centros. Pero hoy por hoy, un asesor informado y cualificado puede ser determinante en la consecución exitosa de los proyectos que se pongan en marcha. Asímismo es equivocada la idea de que la formación permanente del profesorado se puede solucionar con cursos exclusivamente virtuales en estos momentos.
d.- También justifica la Red, la necesidad de potenciar los intercambios y puestas en común de los diferentes perfiles del profesorado, coordinando proyectos y redes profesionales. Se necesitan responsables que sistematicen estas funciones de promover y mantener redes profesionales, detectar buenas prácticas...
e.- Sería interesante que la Red asumiera funciones de detección de buenas prácticas individuales o colectivas que hayan generado éxito en el alumnado, de su verificación y su generalización entre el profesorado afín.
Y una Red que asuma tareas de invetigación en nuevas metodologías y estrategias de aprendizaje aglutinando al profesorado más capacitado para ello.

En conclusión afirmo que veo en la existencia de la Red de Formación de Andalucía una herramienta dispuesta y con posibilidades de ayudar a generar las mejoras que nuestra sociedad demanda en la educación de sus ciudadanos y ciudadanas.


UNA RED QUE ASUMA RESPONSABILIDADES DE CAMBIO

Siguiendo con las reflexiones de la entrada anterior, tengo que decir que al día de hoy la Red de Formación sólo tiene encomendadas funciones subsidiarias y de gestión. Sus funciones más ejecutivas son aprobar actividades formativas y certificar la participación en ellas según la normativa.
Creo que son responsabilidades de bajo perfil para una estructura tan potente y con tantas posibilidades. Su trayectoria, la autonomía ejercida ante otras instancias administrativas, su origen democrático informal o la propia dinámica histórica de los hechos ha llevado a contar con una estructura administrativa sin aprovechar las ventajas y posibilidades que puede ofrecer.
Es el voluntarismo de sus asesores y asesoras el que promueve y desarrolla propuestas innovadoras y empuja a la propia estructura jerárquica a acometer cambios que a ellos, en la práctica, le suponen más trabajo, pero que a la vez les reivindica profesionalmente.
Una actitud de mera aplicación de las directrices normativas significa un trabajo relativamente sencillo , ajetreado por el número de actividades a desarrollar pero poco complicado en cuanto a creatividad e innovación y mejora. Diseñar actividades, convocar, seguir y certificar según demandas de los centros y propuestas superiores, sin tener que rendir cuentas sobre la calidad de las actividades, su aceptación, etc. podría llevar, (no es así en la realidad actual por la vocación de la mayoría de asesores y asesoras) a una actitud de mera gestión burocrática de actividades.
No acabo de comprender la separación que se ha realizado en la práctica de formación e innovación con la creación, en muchos casos, de redes paralelas: bibliotecas, convivencia, igualdad, interculturalidad... vienen a vaciar de contenido y sobre todo de responsabilidades reales a la Red de formación que queda como asistente formativo de sus directrices. Además de provocar en la realidad de los centros una desintegración de los procesos de enseñanza aprendizaje que la ley define como integrales e integrados.
Apostar por una Red de formación potente es darle una fuerte definición y funciones tanto en la innovación como en la formacin y asignarle todas las responsabilidades que dentro de estos campos pueda asumir.
Algunas de las responsabilidades que podrían asumir los CEP podrían ir en la linea:
-Intervención regulada en los centros para generar procesos de reflexión con vistas a la elaboración del proyecto de formación y la responsabilidad de emitir un informe sobre el mismo ante las instacias con capacidad para aprobarlo.
-Capacidad para validar y certificar experiencias programadas y desarrolladas por los centros de forma autónoma y para divulgarlas después por cauces oficialmente reconocidos.
-Capacidad para emitir informes sobre centros y profesorado con vistas a homologarlos como receptores de estudiantes y profesorado en fase de prácticas.
-Capacidad para diseñar proceso de formación, innovación y mejora para aquellos centros que hayan obtenido bajos resultados en las dos últimas pruebas de diagnóstico en coordinación con inspección, EOE y el claustro del propio centro.

La Red de formación y las asesorías deben asumir responsabilidades concretas en los procesos de fomación, innovación y mejora para rentabilizar sus potencialidades y tener mayor incidencia en la mejora del sistema educativo

LA ASESORÍA DE FORMACIÓN: NUEVO PERFIL


Está claro que, como en el caso del profesorado, el techo de las posibilidades de la Red de Formación está en la preparación de los asesores y asesoras. Una Red que asuma responsabilidades relevantes debe tener unos profesionales cualificados para abordarlas. Hasta ahora ha primado un perfil de asesor basado en la gestión de actividades y en una especialidad concreta como referente.
Ahora es necesario ampliar este perfil en varios sentidos:
  • Exigir una mínima formación específica para optar a la plaza.
  • Exigir experiencias concretas en la coordinación de actividades formativas, planes y programas o haber sido cargo directivo.
  • Todos los candidatos a asesorías de formación beberían acreditar unos conocimientos y prácticas generales: dominio de TIC, temas de valores, acción tutorial, aprendizaje cooperativo, didáctica del lenguaje, metodología por competencias, trabajo por proyectos, atención a la diversidad... que son prerrequisitos para conseguir una mejora de resultados en el alumnado.
  • Además deberían realizar una formación específica y completa sobre: dinamización de grupos, elaboración, dirección y evaluación de proyectos, técnicas de coaching...
  • La función asesora debe entenderse como un acompañamiento informado al profesorado para que éste, individual y colectivaente aborde con el mayor éxito posible los problemas que se le presenten.
  • Debe tener acceso a los órganos colegiados de los centros a los que estén adscritos y capacidad para convocar reuniones específicas y de valoración sobre temas formativos y de innovación.
  • Deben contemplarse dos figuras asesoras: una más profesionalizada y estable y otra puntual y limitada en el tiempo para acometer proyectos puntuales sobre áreas prioritarias. Se pueden liberar durante un curso o seis meses un grupo de profesores especialistas en un tema para generalizar en una zona una metodología concreta.
  • Se podría estudiar la posibilidad de ligar la función asesora al desempeño docente en alguno de sus centros de referencia, con impartición de unas horas semanales o liderando los procesos de innovación y mejora del mismo.
  • Es interesante, como prevé el borrador del Decreto, contar con profesorado jubilado con un buen currículo profesional para acometer nuevas modalidades formativas, tipo tutorización durante el desempeño profesional en las clases.
Las posibilidades de las asesorías podrían potenciarse si los alicientes que ofreciera el puesto supusieran un escalón más en la carrera profesional y los incentivos fueran suficientes para animar a optar a estos puestos al profesorado más dinámico y preparado. Ahora nos cuesta cubrir las vacantes que se producen porque el puesto es poco atractivo.
Lo mismo que se ha dicho de las asesorías puede aplicarse a las direcciones de los CEP, aumentando las exigencias en cuanto a liderazgo, gestión de grupos y visión general del sistema educativo y sus necesidades.
Un punto controvertido es la profesionalización o no de la figura del asesor. Hay razones a favor y en contra de ambas opciones.
El miedo a la esclerosis, la posibilidad de conseguir nuevas propuestas con el cambio de personas se contrarresta con el continuo estado de aprendizaje de las asesorías y el continuo gasto en formación de los nuevos profesionales que ingresan en la Red de Formación que supone la limitación a ocho años de la estancia en los CEP.
El trabajo asesor es una tarea específica que requiere de una profundización y especialización importante, ningún asesor se entera por completo de su trabajo antes de dos o tres cursos.
No se trata sólo del aspecto de la formación personal, tiene que tejer redes de conocimiento sobre el profesorado, sus necesidades y virtudes, establecer complicidades, impulsar proyectos con visión de medio y largo plazo, etc.
Está claro que hay asesores/as y directores/as que no deberían estar, como hay profesores y profesoras que no reúnen los requisitos mínimos para el trabajo que desarrollan. Pero también es una pena perder a profesionales muy cualificados que tienen posibilidades de realizar una labor sobresaliente si continúan unos años más en el puesto.
La solución estaría en consonancia con el espíritu de los tiempos, la cultura de la evaluación: Una evaluación cada dos años, interna y externa determinaría la continuidad o no de directivos y asesorías sin esperar plazos de ningún tipo.
Si hubiera que optar por plazos concretos, yo creo que hay que hacerlo por segmentos temporales que rentabilicen la inversión que se realiza en la formación de una asesoría experta que siempre sería más tiempo de los ocho años propuestos.